lunes, 27 de agosto de 2012

HABLAR SIN VOZ


Entraron en el restaurante sin mediar palabra solo un sutil gesto con la mano para indicarme la mesa en la que querían cenar. Qué directos pensé. Acto seguido cogí los menús y los guíe al porche donde los enormes ventanales son el mirador perfecto para contemplar la vida de ese pueblo anclado en los 70 que es Noblesville.
El matrimonio se sentó y les pregunté por las bebidas a lo que me respondieron gesticulando de nuevo pero esta vez la timidez se esfumó y se convirtió en una realidad aún más fuerte que les condiciona y les hace especiales. Eran sordomudos. Para pedir la comida se limitaban con señalarme con el dedo, un método muy simple pero eficaz. Cuando terminaron de comer ella se quedó mirando las fotos que tiene Eddie, el dueño del restaurante,de sus misiones en Nicaragua. Cogí un papel y empecé a escribirle el por qué de cada una de las fotos y como ví que no le violentaba charlar le enseñé el álbum de fotos de la Segunda Guerra Mundial que tiene Eddie de cuando era marine. Una pregunta, una respuesta, un dibujo y así hasta 3  hojas enteras…Tras media hora de escribir en múltiples papeles leí  en uno de ellos “mucha suerte en tu viaje, eres muy agradable” y me dio un abrazo fuerte de esos que no todo el mundo sabe dar porque por mucho que ahora esté de moda ponerse una camiseta de “regalo abrazos” y lanzarse a la calle a acosar a los viandantes carentes de cariño pienso que para darlos bien hay que tener esa magia que nace de esos pequeños momentos como el que viví en el Eddie´s corner caffe.

Quizás muchas veces nos limitamos a señalar con el dedo quedándonos en la superficie cuando podemos escribir hojas enteras de nuestra propia vida y recibir un cariño inmenso a cambio. 

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