En el avión de ida a Nueva York abrí el libro de Albert Espina “Si tú me
dices ven lo dejo todo pero dime ven” y qué curioso que en la primera página
ponía “Cuando crees que sabes las respuestas va el universo y te cambia las
preguntas” y a mí la verdad que el universo me ha cambiado el examen entero.
Nunca pensé que todo sería totalmente diferente a lo que
había planificado. En tan sólo 10 días viví en 3 estados diferentes, cogí 3
aviones, un tren, un autobús y varios taxis para acabar aquí en Indiana. Donde todo es brutal,
hasta el sol tiene sobrepeso y comparte espacio con la luna porque no hay ni una
sola montaña que tape su oronda figura. Los campos de corn se pelean con las
carreteras comarcales donde los coches no pueden sobrepasar los 30 km/h porque los polis no se andan con tonterías.
Dejando a un lado la apasionante vida rural indiana la
gente es muy servicial tanto que a veces asusta es como si tuvieran un piloto automático
de ayudar a todo hijo de vecino. No te
das cuenta de lo importante que es esa ayuda hasta que la tienes y das gracias por
tenerla a miles de kilómetros de tu casa.Doy gracias al abogado de Almería que me acompañó nada más
tocar suelo americano, a la familia de Puerto Rico que me acogió como una más
para ver los fuegos del 4 julio con ellos, Bettina y Carolina que me acogieron
al llegar a Nueva York, la familia americana con la que estoy viviendo, Edie
por darme curro en su cafetería familiar y ese par de malagueños que viven en
la puerta de enfrente y que me han hecho mucho más llevadera mi mudanza de un
estado a otro y por supuesto mi familia que siempre están al otro lado del
teléfono si les necesito y que me animaron a venirme a Indiana a probar suerte
;)
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